martes, 22 de septiembre de 2009
domingo, 6 de septiembre de 2009
EL CUERPO RECICLADO
El Cuerpo Reciclado
La representación social del cuerpo ha sufrido una mutación, y la llegada de ese nuevo imaginario social del cuerpo produce el narcisismo. El cuerpo ha perdido su estado de materialidad muda en beneficio de su identificación con el ser-sujeto, con la persona.
El miedo moderno a envejecer y morir es parte del neo-narcisismo: el desinterés por las generaciones futuras intensifica la angustia de la muerte. Es el proceso de personalización que al evacuar cualquier posición trascendente genera una existencia puramente actual. El individuo pasa a enfrentar a su condición mortal sin ningún apoyo trascendente.
En cuanto a la personalización del cuerpo, el permanecer joven y no envejecer es el mismo absoluto de reciclaje. El cuerpo psicológico ha sustituido al cuerpo objetivo, para el narcisismo se trata de hacer existir el cuerpo por sí mismo, estimular su autorreflexividad, reconquistar la interioridad del cuerpo. Estamos inmersos en una cultura de la personalidad a condición de precisar que el propio cuerpo se convierte en sujeto y debe situarse en la órbita de la liberación.
Simultáneamente a una función de personalización, el narcisismo cumple una misión de normalización del cuerpo: el interés febril que tenemos por el cuerpo no es “libre” ya que obedece a imperativos sociales como la línea y la forma. El cuerpo se convierte en un espacio flotante que queda en manos de la movilidad social.
La moda invade nuevas esferas dentro de todas las capas sociales, y todos los grupos de edad. La moda es celebrada, y provoca el reflejo crítico antes que el estudio objetivo, la moda son siempre los demás.
La versatilidad de la moda encuentra su lugar y su verdad última en la existencia de las rivalidades de clase, en las luchas de competencia por el prestigio que enfrentan a las diferentes capas y fracciones del cuerpo social. La moda se ha convertido en un vacío de pasiones y de compromisos teóricos, el caprichoso reino de la fantasía no ha conseguido provocar más que la pobreza y la monotonía del concepto.
La moda, insignificante, furtiva y contradictoria; Se convierte en una institución excepcional, altamente problemática, una realidad socio-histórica característica de la modernidad. La moda es vista como una salida del mundo de la tradición, como la negación del pasado, la fiebre de las novedades, la celebración del presente social.
En la era de la moda los valores y las significaciones culturales modernas, realzan lo nuevo y la expresión de la individualidad humana, y comienzan a desempeñar un papel preponderante.
Se intenta comprender el auge de la moda en las sociedades contemporáneas, el lugar central que ocupa en las democracias comprometidas con la vía del consumo y la comunicación de masas. La moda se puede ver como un sentido “fashion” o como la moda en sus múltiples elementos, de los objetos industriales a la cultura mediática, de la publicidad a las ideologías, de la información a lo social, etc. y sólo se justifica por el lugar nuevo que ocupa a modo de estructura.
La seducción y lo efímero se han convertido en el principio que organiza la vida colectiva moderna; una sociedad dominada por la frivolidad. Este auge de la seducción ha aniquilado la cultura. La moda se presenta como el agente por excelencia de la espiral individualista y de la consolidación de las sociedades liberales. Los ciudadanos se sienten poco interesados por la cosa pública, en todas partes predomina la desmotivación y la indiferencia hacia la política.
Las democracias liberadas de hoy en día, adictas al cambio para bien o para mal, plantean una de las paradojas de nuestra sociedad es que cuanto mas se despliega la seducción, mas tienden las conciencias a lo real, cuanto más gana lo efímero, mas estables son las democracias. En el presente nos encontramos en una era que funciona con la información, con la seducción de lo nuevo, con la tolerancia y la movilidad de opiniones prepara los trofeos del futuro (si la sabemos aprovechar). Encontramos una doble opinión sobre nuestro destino: pesimismo del presente, optimismo del futuro.
La cultura mediática se ha convertido en una máquina destructora de la razón y pensamiento; Se previno que la cultura, publicidad y diversión industrializada manipulan y estandarizan las conciencias. También se previno que la cultura “listo-para-consumir” fue un instrumento que reduciría la capacidad de usar la razón de forma crítica. Dentro del reino de la moda: el ocio, la fugacidad de imágenes, la seducción distraída de los mass media, solo pueden desestructurar el espíritu. El consumo es superficial, vuelve infantiles a las masas, el rock es violento, no verbal, acaba con la razón; Las industrias culturales están estereotipadas, la televisión embrutece a los individuos y fabrica gente “descerebrada”. Lo superficial pasa a ser la verdad histórica de la era de la seducción generalizada.
La moda permite que se extienda la controversia pública, la mayor autonomización de los pensamientos y de las existencias subjetivas, es el agente supremo de la dinámica individualista en sus diversas manifestaciones.
La representación social del cuerpo ha sufrido una mutación, y la llegada de ese nuevo imaginario social del cuerpo produce el narcisismo. El cuerpo ha perdido su estado de materialidad muda en beneficio de su identificación con el ser-sujeto, con la persona.
El miedo moderno a envejecer y morir es parte del neo-narcisismo: el desinterés por las generaciones futuras intensifica la angustia de la muerte. Es el proceso de personalización que al evacuar cualquier posición trascendente genera una existencia puramente actual. El individuo pasa a enfrentar a su condición mortal sin ningún apoyo trascendente.
En cuanto a la personalización del cuerpo, el permanecer joven y no envejecer es el mismo absoluto de reciclaje. El cuerpo psicológico ha sustituido al cuerpo objetivo, para el narcisismo se trata de hacer existir el cuerpo por sí mismo, estimular su autorreflexividad, reconquistar la interioridad del cuerpo. Estamos inmersos en una cultura de la personalidad a condición de precisar que el propio cuerpo se convierte en sujeto y debe situarse en la órbita de la liberación.
Simultáneamente a una función de personalización, el narcisismo cumple una misión de normalización del cuerpo: el interés febril que tenemos por el cuerpo no es “libre” ya que obedece a imperativos sociales como la línea y la forma. El cuerpo se convierte en un espacio flotante que queda en manos de la movilidad social.
La moda invade nuevas esferas dentro de todas las capas sociales, y todos los grupos de edad. La moda es celebrada, y provoca el reflejo crítico antes que el estudio objetivo, la moda son siempre los demás.
La versatilidad de la moda encuentra su lugar y su verdad última en la existencia de las rivalidades de clase, en las luchas de competencia por el prestigio que enfrentan a las diferentes capas y fracciones del cuerpo social. La moda se ha convertido en un vacío de pasiones y de compromisos teóricos, el caprichoso reino de la fantasía no ha conseguido provocar más que la pobreza y la monotonía del concepto.
La moda, insignificante, furtiva y contradictoria; Se convierte en una institución excepcional, altamente problemática, una realidad socio-histórica característica de la modernidad. La moda es vista como una salida del mundo de la tradición, como la negación del pasado, la fiebre de las novedades, la celebración del presente social.
En la era de la moda los valores y las significaciones culturales modernas, realzan lo nuevo y la expresión de la individualidad humana, y comienzan a desempeñar un papel preponderante.
Se intenta comprender el auge de la moda en las sociedades contemporáneas, el lugar central que ocupa en las democracias comprometidas con la vía del consumo y la comunicación de masas. La moda se puede ver como un sentido “fashion” o como la moda en sus múltiples elementos, de los objetos industriales a la cultura mediática, de la publicidad a las ideologías, de la información a lo social, etc. y sólo se justifica por el lugar nuevo que ocupa a modo de estructura.
La seducción y lo efímero se han convertido en el principio que organiza la vida colectiva moderna; una sociedad dominada por la frivolidad. Este auge de la seducción ha aniquilado la cultura. La moda se presenta como el agente por excelencia de la espiral individualista y de la consolidación de las sociedades liberales. Los ciudadanos se sienten poco interesados por la cosa pública, en todas partes predomina la desmotivación y la indiferencia hacia la política.
Las democracias liberadas de hoy en día, adictas al cambio para bien o para mal, plantean una de las paradojas de nuestra sociedad es que cuanto mas se despliega la seducción, mas tienden las conciencias a lo real, cuanto más gana lo efímero, mas estables son las democracias. En el presente nos encontramos en una era que funciona con la información, con la seducción de lo nuevo, con la tolerancia y la movilidad de opiniones prepara los trofeos del futuro (si la sabemos aprovechar). Encontramos una doble opinión sobre nuestro destino: pesimismo del presente, optimismo del futuro.
La cultura mediática se ha convertido en una máquina destructora de la razón y pensamiento; Se previno que la cultura, publicidad y diversión industrializada manipulan y estandarizan las conciencias. También se previno que la cultura “listo-para-consumir” fue un instrumento que reduciría la capacidad de usar la razón de forma crítica. Dentro del reino de la moda: el ocio, la fugacidad de imágenes, la seducción distraída de los mass media, solo pueden desestructurar el espíritu. El consumo es superficial, vuelve infantiles a las masas, el rock es violento, no verbal, acaba con la razón; Las industrias culturales están estereotipadas, la televisión embrutece a los individuos y fabrica gente “descerebrada”. Lo superficial pasa a ser la verdad histórica de la era de la seducción generalizada.
La moda permite que se extienda la controversia pública, la mayor autonomización de los pensamientos y de las existencias subjetivas, es el agente supremo de la dinámica individualista en sus diversas manifestaciones.
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